Cambios de temperatura en primavera: ¿cómo sobrevivir a este sube y baja?

Todo es posible en esta voluble estación, por lo que no sorprende si a 24 horas de un día soleado cae una lluvia relámpago. Lo importante, eso sí, es prevenir para no sufrir las consecuencias que puede ocasionar esta temperatura alterada.

Si bien la primavera es denominada la “estación del amor”, no todo es color de rosas o, al menos, en lo que a salud se refiere.

Y es que a las tan molestas alergias conocidas por todos, y que detonan generalmente el polen y otras partículas presentes en el ambiente, se suman de hace algunos años los trastornos asociados a los cambios bruscos de temperatura.

Un fenómeno que se presenta más fuertemente en primavera y que acarrea resfriados, dolores de cabeza, decaimiento y fiebre, entre otras afecciones. ¿A quién culpamos?

“No hace tanto teníamos en Chile cuatro estaciones bien marcadas, que pasaban de un grado a máximas de 25 en el lapsus de tres a cuatro meses. Sin embargo, nuestro clima mediterráneo se está volviendo cada vez más desértico, por lo que hoy tenemos esta primavera abruptamente veraniega o abruptamente invernal, por decirlo así”, explica la doctora Nelly Baeza, directora del Centro de Salud Pública del Instituto de Investigación e Innovación en Salud de la Universidad Central.

Y es que, efectivamente, no es raro que las temperaturas varíen de forma drástica de una semana a otra, lo cual termina por afectar especialmente a los adultos mayores y a los niños.

“Cambiar radicalmente de 10 grados a 30 grados hace que el organismo reaccione mal  y la persona se resienta, ya que este nuevo escenario influye en todo; desde la ropa de cama, hasta la ventilación y en cómo vestirse”, explica la profesional.

Al respecto, Baeza señala que lo más adecuado es vestirse por capas. “Ponerse manga corta, encima un chaleco delgado, después una chaqueta e incluso una bufanda. La idea es irse sacando las prendas durante el día y  volver a ponérselas antes de llegar a casa por la tarde, de modo de mantener una correcta temperatura corporal”, agrega.

Solo de esta forma podremos prevenir la aparición de gripe, otitis, laringitis y sinusitis, entre otras enfermedades relacionadas con las condiciones del tiempo.

Dolores de cabeza

Pero el sistema respiratorio no es lo único que se ve afectado. Según un estudio realizado por el Centro Médico Decana Beth Isabel, de Boston, Estados Unidos, los cambios en la presión barométrica y, en este caso el aumento de temperatura, pueden precipitar todo tipo de jaquecas.

Es más, el estudio establece que ante subidas repentinas de un mínimo de cinco grados centígrados, los episodios de migraña o cefalea aumentan considerablemente. En general, se trata de un dolor de cabeza pulsátil e intenso, que por lo normal va acompañado por náuseas, fiebre y sensibilidad a la luz o a los ruidos  fuertes.

No obstante, también  el descenso en la presión barométrica del aire, sobre todo cuando va a llover, supone un factor frecuente de generación de esta clase de dolencias.

La explicación de por qué los cambios meteorológicos poseen tanto impacto en la salud tiene una doble interpretación. Por un lado, la cabeza y cuello están compuestos por una estructura de huesos y músculos que bien pueden ser agentes afectados por estas modificaciones climatológicas, generando tensión en el área circundante que devenga en fuertes jaquecas.

Muchos expertos se inclinan por esta lectura, aunque también hay otros que avalan que la inestabilidad en la temperatura modifica el estado de ánimo al afectar a la serotonina. Y esta última resulta ser justamente uno de los neurotransmisores más relacionados con los episodios de cefalea.

Según la doctora Nelly Baeza, “lo ideal es tomar suficiente líquido y algún analgésico como paracetamol o ibuprofeno. Pero si a pesar de todo eso persiste la cefalea, entonces lo mejor es consultar a un especialista”, explica. Además, aconseja resguardarse en un lugar suficientemente ventilado y que ojalá tenga unos 20 a 21 grados de forma permanente, con aire acondicionado.

Pero el aumento repentino de la temperatura también afecta, tanto al tejido muscular como al tejido nervioso, lo que provoca una sensación de fatiga, letargo o decaimiento. “Por eso es que funcionamos más lento y nos cuesta reaccionar. Yo recomiendo, sobre los 30 grados, idealmente no salir de casa o, al menos, permanecer resguardado entre las 1 y las 4 de la tarde”, afirma la profesional.

Golpe de calor

Por otra parte, Baeza alerta sobre una situación que puede llegar ser aún más grave. “Si bien es poco habitual, se puede producir un golpe de calor que deriva en una  fiebre muy alta, esa fiebre deriva en convulsiones, esas convulsiones llevan a la apnea y la apnea puede llevar a la muerte”.

Un golpe de calor o shock térmico es uno de los casos más peligrosos de hipertermia y ocurre cuando la temperatura corporal rebasa los 40 grados.

“De hecho, es importante considerar que la mortalidad aumenta con las olas de calor, sobre todo en los adultos mayores, ya que ellos termorregulan muy mal”, añade la doctora formada en la Universidad de Chile.

En esa línea, la recomendación es resguardar a los ancianos en un lugar fresco o bajo la sombra, abanicarlos y mantenerlos bien hidratados durante todo el día.

Pero la primavera no solo implica alzas repentinas en la temperatura, sino también descensos, los cuales nuevamente perjudican por sobre todo a las personas de la tercera edad, cuyo sistema inmunológico se encuentra más deteriorado.

“Por un tema fisiológico de su metabolismo, los ancianos tienen una temperatura corporal más baja que los adultos y que los niños, por lo que siempre tienen que andar un poco más abrigados”, detalla Baeza.

En definitiva, todo indica que la clave para salvaguardar las alocadas temperaturas de la primavera, ya sea altas o bajas, radica en lograr una buena termorregulación de uno mismo. ¿Cómo se consigue? A través de mecanismos de conducción, como usar compresas frías o calientes y de mecanismos de convección, al utilizar ventilador o estufa, además de mantener una hidratación adecuada, una alimentación saludable y practicar ejercicio.

“De hecho, se ha comprobado que los atletas o las personas que realizan actividad física termorregulan mucho mejor y son capaces de adaptarse más fácilmente  a estos cambios de temperatura.  Por eso, no importa la edad que tengamos, tenemos que hacer algún tipo de ejercicio para elongar, para mover nuestras articulaciones y para mantenernos activos”, comenta Baeza.

El objetivo, por lo tanto, apunta  a potenciar el mecanismo de defensa y sólo así entonces podremos afrontar estos cambios de estación sin flaquear.